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Gracias Hoy por fijaros en el Lavadero de Lanas. Compartimos aquí el artículo completo con vídeo incluido:

El lavadero de lanas de Mérida se restaura para eventos

El recinto se ha rehabilitado manteniendo las estancias del siglo XVIII

 

El lavadero de lanas de Proserpina formó parte de la potente de red que se creó en la meseta en la época medieval para atender a la exportación de vellón limpio que tanto dinero trajo a la ciudad en el siglo dieciocho. Pero los espías franceses, la introducción del ovino en otras países europeos y la decadencia de los privilegios de la Mesta lo dejó casi sin uso a finales del dieciocho.

Casi tres siglos después, el recinto se ha rehabilitado como espacio para celebrar eventos y banquetes.

Detrás de la transformación se encuentran la promotora Rosario Viguera y el arquitecto Sete Álvarez. Rosario habla de atractivo. Aprovechar la ubicación de la dehesa de la cañada real para rescatar un recinto tan relevante para la ciudad por su pasado exportador. Sete habla de reto. «No es habitual que a los veintisiete años tengas la oportunidad de recatar un edificio con tres siglos de historia».

Lo primero que hizo fue documentarse. Por lo que estudió del lavadero, se levantó sobre uno anterior del siglo dieciséis y los propietarios aprovechaban el paso del ganado por la cañada para esquilar y lavar la lana de las ovejas. En el dieciocho, explica, era fundamental contar con instalaciones amplias para lavar mucho volumen y exportar. De ahí la estructura original del edificio con espacios abiertos que se mantiene en la reforma.

La disolución de la Mesta en 1836 acabó con la exportación y el lavadero se apagó poco a poco porque dejó de entrar ganado para esquilar. Rosario agradece ahora la labor de sus antepasados, que evitaron que el edificio se cayera a pesar de no tener uso. Durante un tiempo se convirtió en un punto de encuentro y reunión de los primeros residentes de la charca.

El arquitecto Sete Álvarez y la promotora Rosario Viguera. / J. M. ROMERO

La rehabilitación empezó justo antes de que estallara la crisis sanitaria y lo más complicado– coinciden Rosario y Sete– fue presentar el proyecto ante tantas demoras administrativas que se decretaron con la pandemia.

Confederación, Patrimonio, Vías Pecuarias… «Teníamos que reunir documentación por separado para varias administraciones y a veces resultaba agotador», recuerda ahora el arquitecto.

Desde el punto de vista técnico, su premisa siempre fue una intervención discreta. «Mantener la lógica arquitectónica, con un plano abovedado y las piedras como soporte, reconstruir con los materiales ya existentes».

El resultado es un enorme salón diáfano, un porche con arcos que lo rodea y un jardín de recreo en mitad de la dehesa. Rosario cree que ha tenido aceptación porque empezaron a organizar banquetes y eventos en julio y en los últimos meses han recibido varias peticiones más. «Lo que más nos gusta es que mucha gente recuerda este sitio por sus abuelos y sabían lo que se hacía aquí».

 

Fuente: https://www.hoy.es/merida/lavadero-lanas-merida-20211006203428-nt.html

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